Nuestra Ermita

Ermita

 

LA ERMITA DEL GRAU GANDÍA

Como ya sabemos, en el año 1962 se inauguró en nuestro Grau la nueva iglesia: un maravilloso producto de la técnica y el arte de nuestra época. Pero no siempre San Nicolás, la Mare de Déu Blanqueta y el paso de El Descendimiento han disfrutado de un local tan espléndido; antaño tuvieron que conformarse con muy poco; tan poco, que hasta hace menos de un siglo ni aún siquiera tenía categoría de iglesia.

Hubo una ermita anterior a la antigua ermita; sus restos parecen haberse encontrado cerca de la nueva ermita, en la parte del Grau y en el campo llamado de “La Noria de San Nicolás”. Su origen es casi tan inmemorial como el de los caserones de la “Casa del Grau y de la “Casa del Llavador” -lavadero de lana- antiguos caserones que estaban situados a ambas orillas del río San Nicolás. En un documento publicado (Colección de documentos inéditos para la historia de Gandía y su comarca) aparece el cobro de “cierta cantidad por el señor de Gandía sobre el “Molí draper de Sent Nicholau”; su fecha data de 1373.

Nuestra hipótesis, que creemos aceptable, es que el molino recibió su nombre del río junto al cual se hallaba, y éste, de la ermita del santo, construida en sus orillas. Suponiendo un cierto tiempo para el desarrollo de este proceso, llegamos a la conclusión de que la primitiva ermita no sería muy posterior a la Reconquista.

Una vez más recurrimos al testimonio de Sanz y Forés, quien recogió la noticia de la existencia de una ermita llamada de San Nicolás el Viejo. Tal vez a ella se refiera una escritura citada por el mismo y según la cual, en 1477, se vendieron en el Grau unas tierras lindantes con la huerta de la ermita de San Nicolás. Viene a confirmarlo otra posterior, de 1650, por la que se establecen a censo unas tierras lindantes “predicte domus sive Grau, prout confrontantur cum flumine de Sent Nicoulau, cum terra ecclesiae sive heremite divi Nicolai”; como se ve, queda, además, claramente determinado en qué parte del río se encontraba dicha ermita.

La nueva ermita, que tal vez, aunque ampliada, corresponda a la citada en la última de dichas escrituras, era bastante espaciosa para atender a las necesidades de los primitivos caseríos, pues en 1831 no llegaban a 150 habitantes. En 1936, por los desafueros revolucionarios y los bombardeos del Grau, quedó maltrecha quedando en estado ruinoso.

Tenía un presbítero muy reducido y una pequeña sacristía a la derecha. En el presbiterio estaba el altar de San Nicolás, titular de ella, y en la parte del evangelio el de la Mare de Déu Blanqueta. Tres capillas en cada lateral, una de ellas, a la derecha, utilizada como entrada al templo, y una pila bautismal en la pared testera completa la estampa. Su capacidad, muy reducida por los destrozos de la guerra, volvió a ser de unos 150 fieles al restaurarse después la nave central, cuando el Grau superaba los 3.000 habitantes. Esta circunstancia y el mal estado de la fábrica obligó a declararla inservible para el culto en 1953, a partir de cuya fecha las ceremonias vinieron celebrándose en la inmediata Lonja del Pescado.

En cuanto a su función, ya hemos indicado que hasta hace un siglo tuvo únicamente carácter de ermita. El Excelentísimo Ayuntamiento de Gandía ejercía sobre ella el patronato y nombraba a los ermitaños o cuidadores. Igualmente nombraba un administrador, que solía ser al mismo tiempo clavario de la Cofradía de San Nicolás de la Seo de Gandía, cofradía que contribuía normalmente al sostenimiento de la misma.

Pero el rápido aumento de población exigía mayores y más continuos servicios religiosos que los que ella prestaba, por lo que, haciéndose eco del vecindario, las autoridades gandienses solicitaron del cardenal arzobispo de Valencia la elevase a la categoría de iglesia dependiente de la Colegial y nombrara un vicario para regentarla.

El 21 de agosto de 1876, el arcipreste de Gandía daba posesión a la vicaría a D. Sixto Domínguez Moratal, con la asistencia de las autoridades y de todo el poblado marítimo. El mismo día se bautizó en la nueva iglesia a Bienvenida Cabanilles Chuliá, apadrinada por el alcalde de la ciudad. Con las ropas y objetos sagrados donados por autoridades y particulares gandienses pudo celebrarse el culto normalmente, y la primera festividad del Corpus, con la comunión de catorce niños y diecinueve niñas, tuvo caracteres de apoteosis.

Si el viejo templo era insuficiente, también las necesidades del Grau exigían un cambio de categoría jurídica, la transformación en parroquia. El decreto de Nueva Ordenación Parroquial dado en 1054 por el señor Arzobispo de Valencia hizo realidad este deseo.

Pero teníamos parroquia nueva e iglesia vieja, mejor dicho, inútil, a pesar de los esfuerzos de todos los sacerdotes que han desempeñado allí su misión sagrada. Por fin, el 12 de mayo de 1959 y ante el notario don Antonio Pons se firmó la escritura de adquisición de un solar de 2.550 metros cuadrados, suficiente para la nueva edificación, y el 15 de agosto de este mismo año, en la festividad de la Asunción de la Virgen y siendo cura párroco D. Juan Miñana Pavía, el Excmo. Sr. D. Rafael González Moraleja, Obispo Auxiliar de Valencia, bendijo y colocó la primera piedra. El 28 de junio de 1962 se bendice e inaugura el magnífico templo del Grau de Gandía.